Dani Carranza - Músico - Una historia de Ezcaray
Daniel Carranza nace el 9 de junio de 1959 en Bilbao.
El ambiente cultural en la familia de Dani fue muy importante y sin duda definitivo para que desde niño sintiera una atracción especial hacia la música y los instrumentos de cuerda en particular.
Desde que nació, creció inmerso en un entorno en permanente contacto con la música: con tres años rasgaba la guitarra que le había dejado su madre, a los seis comenzó a estudiar solfeo con su tío, Jaime Campuzano, y a los diez asombraba la seriedad poco infantil de su dedicación autodidacta. Esta perseverancia, junto a una gran sensibilidad y un profundo conocimiento alimentado por su pasión por la lectura y el estudio, fue uno de sus aspectos vitales que lo acompañaron como músico toda la vida.
Comienza sus estudios oficiales de guitarra en Bilbao; más tarde llegarían los instrumentos de cuerda pulsada como el laúd, la tiorba, la vihuela y la guitarra barroca.
Desde sus comienzos, Dani destaca tanto que en 1977, con apenas 18 años, se confía en él para dirigir e impulsar la música en el campus de Leioa de la Universidad del País Vasco. Es aquí donde empieza a formar a alumnos que se interesan por la Música, creando el Grupo de Música Antigua de la Universidad del País Vasco, con el que llega a tener gran proyección.
“Éramos un puñado de jóvenes no profesionales ni virtuosos de los instrumentos, pero Dani, admirablemente, hacía que aquello sonara bien…” (Pilar Carranza, hermana de Dani e integrante del Grupo de Música Antigua).
“Teníamos conciertos casi todos los fines de semana…, recorrimos Bizkaia y hasta dimos una gira por Bélgica, pero lo más importante fue todo lo que aprendimos… Dani siempre se preocupaba por que aprendiéramos más. Nos hizo presentarnos a todos al conservatorio, formar parte de Juventudes Musicales, ir a las escuelas de Bilbao a enseñar música a los niños… Fue un gran comienzo para muchos de nosotros”. (Begoña Amezaga, integrante del Grupo de Música de Antigua).
Dani fue, además, uno de los pioneros que abrió camino a posteriores intérpretes. Mientras en Europa crecía el interés por la interpretación de instrumentos antiguos del Renacimiento y del Barroco, ningún conservatorio en España ofrecía la posibilidad de su estudio, por lo que Dani acudió a profesores especialistas de dentro y fuera del país.
El Curso de Música Antigua de Daroca fue el caldo de cultivo para los artistas que más tarde despuntarían en el panorama de la música antigua. Allí Dani contactó con Jorge Fresno, profesor argentino de vihuela, laúd y bajo continuo que había sido el alumno predilecto de Narciso Yepes. Con él amplió su formación, en Madrid, y la pasión por la investigación y la divulgación de las obras de los vihuelistas españoles.
Es quizás después de estos estudios cuando opta por la vihuela y el laúd como sus principales instrumentos de concierto. Posteriormente perfeccionó su aprendizaje asistiendo a diferentes cursos con Hopkinson Smith, laudista norteamericano especialista en música antigua.
Deja sus estudios de Derecho en la universidad para volcarse por completo en su formación musical en París con una beca del Gobierno Vasco, centrándose en el estudio de bajo continuo, faceta a la que dirige gran parte de su orientación profesional.
La Escuela de Canto del Orfeón Donostiarra, los Conservatorios de Bilbao y San Sebastián, los Cursos de Altafulla, La Voz y la Música de Cámara, la Universidad Rafael Landivar y el Conservatorio de Guatemala, la Federación de Coros Vizcaína… son solo algunos ejemplos de los lugares en los que fue profesor e impartió sus conocimientos.
En el ámbito de la interpretación musical trabajó intensamente con orquestas como la Sinfónica de Bilbao y de Euskadi y la Xoven Orquesta de Galicia bajo la dirección de Nicholas Cleobury, Nicholas Kramer, etc., así como con cantantes solistas e instrumentistas.
En Madrid conoce a Begoña Olavide, fundadora del grupo Mudéjar, con quien colabora estrechamente junto a Carlos Paniagua, Ramiro Amusátegui, Pedro Estevan, Francisco Luengo, Fathmi Alqhai y Juan Carlos de Mulder. Con este último trabaja de manera continua y graba el CD Fantasías y Diferencias en Fontí Musicali.
Es músico y colaborador en la dirección técnica del grupo Camerata Iberia, con el que graba Música del Renacimiento Español para M.A. Recordings.
A finales de los noventa, en una nueva faceta como técnico de sonido, crea la empresa discográfica JUBAL. Graba y publica varios discos del grupo Mudéjar: Cartas al rey moro - 1998, Toques en el tiempo - 2001, A las puertas de Granada - 2002 y de Camerata Iberia: La Música en torno al teatro de Calderón - 2000.
Trabaja también en otras grabaciones discográficas con diversos grupos sobre la música española e italiana para EDIGAL, Fonti Musicali, SAGAM: A Recordings…
Colabora asiduamente con Capela Compostelana, Música Práctica, Capeia Reial de Cataluña, Concert de les Arts, el Parmaso Español, La Folia…, entre otros. Y realiza conciertos por toda España, Europa, Centroamérica y Estados Unidos.
La Compañía Nacional de Teatro Clásico, dirigida por Adolfo Marsillach, encarga a Dani Carranza y a Juan Carlos de Mulder la composición e interpretación de la música para diversas obras:
“Marsillach calificó de modélico el trabajo de Juan Carlos de Mulder y Daniel Carranza, responsables de la música”. EL PAÍS 19 enero 1996
“Leer poesía y escuchar música en solitario son dos actividades intelectuales que enriquecen y dignifican al ser humano. Pero hay otra posibilidad tan placentera- o más- que ésta: la de oír los sonidos de la palabra y de la música compartiéndolos con otras personas de una sensibilidad parecida a la nuestra. En este deseo de contagiar nuestros sentimientos con las percepciones de los demás está el principio del teatro hablado y musicalizado”. PENTACIÓN ESPECTÁCULOS
Su relación con el mundo del teatro se amplía a otras colaboraciones con el Teatro Arriaga de Bilbao, cuando era dirigido por Luis Iturri, el que fuera ganador del Premio Nacional de Teatro y antiguo compañero de los tiempos de la universidad, siendo directores de los Talleres de Música y Teatro respectivamente.
Dani era ante todo músico y, a pesar de que cuando se instaló en Ezcaray, en 2009, estaba retirado de los escenarios, encontró en Dani Tecedor, percusionista, un importante estímulo para iniciar una nueva andadura musical. El blues se convirtió en otra fuente de inspiración que le motivó hasta el final de sus días; así lo atestiguaban su guitarra y las partituras desparramadas junto a él. Y así dejó -esperando para ensayar- a sus amigos Dani Tecedor, Iñigo Cadarso y Cándido: The Looney Blues Band.
Esta web utiliza cookies, puedes ver nuestra la política de cookies, aquí. Si continuas navegando estás aceptándola.